de la torre. Me pidió que continuara con mis explicaciones sobre la ciudad. Aquello parecía interesarle más que mi persona. Pero cuando quiso soltar mi mano, yo sujeté con fuerza la suya. Me miró con tal expresión de horror que me retirédeunsalto.Laacompañéhastasucasayellano me dijo nada más durante todo el camino." Cuando terminé de leer aquellas pocas páginas, decidí marcharme sin despedirme de él. En realidad no me atrevía