culpable de que murieran los encantadores Azúcares o las indefensas Grasas? Ella apenas le miró un instante. Contestó simplemente que aquel día le apetecía comer de primer plato camelias, de segundo globularias y de postre lágrimas de la Virgen. Lo más odioso de Onésima era su maldita costumbre desonreíraMercedes,decubrirladeatenciones. El mal genio lo guardaba para él, para Miguel, y ya no sólo se enfadaba cuando le veía meterse el dedo en la nariz o tardar en tomarse la sopa:
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SONREÍR.1 - Reír suavemente, con el gesto pero sin emitir sonidos