de toque. Si no lo hubiera cegado la satisfacción por su gimnasia intelectual, probablemente Rugeroni habría advertido cambios en la coloración de la cara del maestro. De un carmín intenso pasó primero al amoratado y después al blanco. El mal momento duró poco. Casi repuesto,elmaestrosonrióydijo: --Lo felicito, Rugeroni. Estoy orgulloso de usted. Su crítica ha detectado una limitación, inútil negarlo, en mi gran llave maestra de la conducta humana. Yo
HIS:166.15
SONREÍR.1 - Reír suavemente, con el gesto pero sin emitir sonidos