Texto contextualizado: |
, el texto no halló gracia a los ojos del Pontífice, quien, con voz no severa, aunque tampoco exenta de paternal firmeza, fue haciendoles aquellas pocas, precisas, sugerencias que les permitiesen enmendar y despuntar el peligroso texto hasta raer de su letra todo acento que pudiese sonar como ofensivo a los augustos oídos del anciano jerarca de Ultramar, o sea, el señor Reagan. Reembarcaron de nuevo aquellos buenos y sumísos pastores, con las orejas gachas y el escrito castrado y embotado, mas he aquí que, ya vueltos a su tierra y |
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