? -protesta rabioso--. ¡Y llamame «abuelo», coño! Pero ya ella se lleva al niño gimiendo, repitiendole las tablas de la ley pediátrica. Si el viejo no tuviera ya su plan establecido se hubiera abalanzado sobreella.Peroentodaguerrasuenalahoraderefrenarse, como suena la hora de atacar. Permanece en su cuarto, hirviéndole la sangre, mientras oye cerrar con pestillo la puerta de la alcobita. Así, cuarenta