vez para expeler ventosidades más exhaustivas y armando, en suma, tal bullanga que parecía que el techo se iba a venir abajo y el suelo a ceder bajo nuestros pies. Y no sé cuánto rato habría durado la algarabía ni cómo habría terminado si en un determinadomomentonohubierasonadounpenetrante pito que restableció el orden como por ensalmo. Capítulo decimoctavo DEL PODER TAN SUBITO y completo fue el silencio que allí se hizo que quedé sobrecogido. Busqué con la mirada la