, esquivando de costado el empuje del Sur. Parpadeaban las farolas, y justo al poner el pie en el portal la luz se fue del todo. David entró de prisa, buscó a tientas el primer escalón y gritó: --Lucía, abreme... Subiólasescalerassinsoltarelpasamanosyla puerta se abrió en el primer piso y el temblor de una vela encendida le recibió. --Sube, sube --dijo la chica que sostenía la vela--.