tiene precio. --Diga uno cualquiera. --Lo siento, Bayardo --dijo el viudo--, pero ustedes los jóvenes no entienden los motivos del corazón. Bayardo San Román no hizo una pausa para pensar. --Digamos cinco mil pesos --dijo. --Juegalimpio--lereplicóelviudoconladignidad alerta--. Esa casa no vale tanto. --Diez mil --dijo Bayardo San Román--. Ahora mismo, y con un billete encima del otro.