Juana no había vuelto a verla. Pero nunca la había olvidado y sus pocas esperanzas dependían todas de ella. La esperaba con perseverancia y la ensoñaba como a una reina que algún día llegaría a rescatarla delamiseriaenquevivía.Ahora,alfin,habíaregresado. Y, sin embargo, Juana iba cogida de su mano, con la cabeza muy inclinada hacia el suelo, como si fuera llorando. No se volvió a mirarme y yo no me atreví a llamarla.