ternura... Era algo tan inaprehensible como una sombra. No tenía apenas equipaje, aunque lucía un vestido muy elegante sobre el que tía Elisa, más tarde, en su ausencia, al escuchar los elogios de Catalina, comentó con desprecio: --¡SabráDiosquiénselohabráregaladoyloquela desgraciada habrá tenido que dar a cambio! Enseguida le ordenó que se lo cambiara por aquel otro de listas grises y blancas, su uniforme, con el que siempre