Aún recuerdo con claridad la que fue nuestra última excursión. Bene se retrasaba, entretenida, como de costumbre, en preparar complicadas meriendas. Llegué a pensar que lo hacía deliberadamente, que tenía un interés especial en que se nos hiciera de noche en los eucaliptos. Pues ella seretrasabasiempre,apesardequetíaElisalareprendía con violencia y le ordenaba regresar al oscurecer. Santiago, impaciente, se entretenía en afilar un palo cualquiera con su navaja. Era evidente que estaba malhumorado.