¡Baja inmediatamente, que me vas a contar todo lo que ha pasado con esa fulana! --¡Cállate!-- le gritó Santiago fuera de sí. Entró en la torre y se encerró allí, sin escuchar los insultosyamenazasqueellaledirigía.TíaElisaseretiró dejando escapar su irritación y sus morbosos pensamientos en voz sofocada. Sabía que yo la seguía desde muy cerca y no le importó dejarme escuchar todas aquellas indecencias y barbaridades que atribuía a