Francesca desprendía gozosa y que como lumbre con chispas salpicaba el rostro de Jano, aquella otra fogosidad que el alcohol había llevado hasta sus venas. Más tarde, en su concentración, vio como dos fogonazos: uno de sangre y otro de nieve. Recordó el vinorojoquehabíabebidoporlatardeyelvestido blanco de Betina en el baile. De repente, en su visión, dejó de ver un color --el rojo-- y vio un resplandor de sangre. El vestido de Betina le recordó