negro y nos condujeron hasta una tierra casi desierta. No parecían extrañados al verme y me preguntaba si sabrían que era yo quien iba a buscarles el agua. Enseguida supe que tú no les habías informado y, además, que les contrariaba enormemente, por las protestas que dejaronescaparsinningunaconsideraciónhaciamí.Yo te observaba cómo, sin hacerles caso, te quitabas los guantes y sacabas el péndulo de un bolsillo de tu abrigo, como si fuera un objeto cualquiera. Tu actitud me tranquilizó.