maldice, me hizo reconsiderar mis actos, abrir de nuevo el álbum y retrotraer a una de las últimas páginas, en la que una manceba sonreía desde un pajar a quien probablemente acababa de robarle las bragas. Pese al maquillaje ylapelucarojizaquecalzaba,nomecostóreconocer a la chica de alterne a la que con tantos sinsabores había entregado esa misma mañana el maletín infausto en las calles de Madrid. Al pie de la foto una tira de papel