no experimentaban animosidad alguna hacia sus adversarios en el combate. Entonces, los dos bandos se batían por el puro placer de luchar, ajenos a todo sentimiento del deber, y muy a menudo con la sola finalidad de ganar dinero. En el siglo XVIII, un jefe militar que caíaprisioneroseconvertía,durantesemanasyhastamesesenteros,enel huésped de honor del vencedor. La tradición en virtud de la cual los militares de carrera son hermanos de armas ha persistido, bajo una forma degenerada, hasta nuestros días. En lo que a mí se refiere, la II Guerra
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CAERI.1 - Moverse de arriba abajo por la accion del propio peso