arrogantes chapeos emplumados, doradas guarniciones, hombreras, morriones, casacas con vueltas, cuello y puños de astracán, y hasta cañones de bronce rameado, todo más propio de un juego elegante o una fiesta cortesana que del lugaryeltranceenquesederramalasangreysearrebatalavida.La moral utilitaria encuentra absolutamente perverso y blasfemo que de la necesidad de matarse unos a otros puedan hacer los hombres una especie de fascinante y archilujosa ceremonia, que se complace en la gratuidad