de los hechos, sino que se adecua a su acatamiento. Los hechos son apelados hoy como una llamada al orden, admoniciones de prudencia y sumisión; se han alzado en tabúes cuya presión se ha hecho al cabo equivalente a la que antaño ejercían los agüeros,puesyanoacudenaincitaryconcitareldesignioyelempeño, sino a delimitarlos e inhibirlos. Son la coartada de la claudicación y el conformismo. Mientras en la clara consigna y arenga del conde de Niebla, "non los