bancos. Suena ahora la música en toda su intensidad. Montesecco ha quedado solo en primer término. No se dirige ya a los otros.) MONTESECCO.- No, no lo haré... Ni vosotros... Se os nublaríalavista,ostemblaríaelpulso,noosobedecerían vuestras piernas, el puñal se os caería al suelo... No lo haré. Tengo que oír el silbido de la hoja al salir de la vaina, tengo que oír mi grito al dar la cuchillada, y no