el infinito descanso que supone estar en el seno de la Iglesia y con qué confianza y seguridad puede actuar un hombre que se ve liberado del pensamiento. Si los incrédulos, los que dudan, los que no han sabido emplear su razón como azadaparadesenterrarlafe,pudierancontemplarahora el interior de mi ánima, morirían de envidia. No puede haber mayor tranquilidad, mayor goce que éste de no sentirse criatura humana, hombre completo, sino un simple brazo