todo, que eche mano de unas figuras literarias tan rancias: vivo inmerso en mis lecturas y ya no recuerdo cómo hablan las personas. --¿No tiene usted familia, don Plutarquete? --le preguntó la Emilia. --No... --respondió el anciano con cierta sequedad. Intuimosquehabíaensupasadounahistoria sentimental que el gárrulo estudioso se pirraba por contarnos, pero sea porque el cansancio nos tenía molidos, sea por timidez, sea por otra causa, ni la