. Una nueva tormenta parece acercarse.) Y aunque la hierba no hubiera pertenecido a un monasterio, ¿quién eres tú, Burro miserable, para entrar a robar en campo ajeno? GATINA.- ¡Sólo pasó la lengua, señor! LEONIDAS.-¡Asíseempieza! (Gatina, a lágrima suelta ya, vuelve a su sitio.) Y si no atajamos el mal, si cualquier burro hambriento queda libre para hacer todas las burradas que se