era un demonio y lo sigue siendo. Todavía la tiene hipnotizada. Ella es sólo su víctima. --¡No diga barbaridades, por Dios! ¡Qué imaginación la suya! Ante un caso tan horroroso, aún tiene usted que inventar males sobrenaturales. --Hay cosas peores, mucho peores, que las que está usted pensando, doña Elisa. Ya se lo he dicho muchas veces. Hubo entonces un silencio en el que yo imaginé, casi vi, un ademán despreciativo