a la vez. Y de pronto, he sentido como una revelación: te amo. ZOÉ.- Ese modo tuyo de hablar... No me rompas el corazón, Villier. ¡Cuántas lágrimas he derramado por ti, sabiendo que pertenecías a Anaís! Tú no eras como los demás. Eras brutal y galante como no lo es una persona de tu condición. VILLIER.- .- Pues siento mucho que no te parezca de mi condición. ZOÉ.- Yo no