el cadáver de nosotros dos. ¡Lo juro! ZOÉ.- Tú lo has querido. Pues yo quiero que escapes lleno de horror. ((Se alza de la cama, cubriendose la cara con las manos, se aleja refugiandose en una zona de penumbra. La luz de las velas arroja sombras inquietantes. Zoé se mantiene de espaldas, gimiendo contra la pared y bajo su camisón, que deja media pantorrilla fuera, alardea flecudo y airoso el rabo de