eso en aquel cazo rojo y traeme cinco duros de vuelta. MARI ANGELES.- (Sin mucho interés.) ¿Por qué? JOSE.- Luego te lo explicarán. (Sin pensar más en ello, Mari Angeles obedece.) MARI ANGELES.- Creí que no vendría nadie hasta lo menos las doce. JOSE.- Vine a cambiarme. Tengo ahí la ropa. MARI ANGELES.- ¿Aquí? No sé si es que estoy sonada,