sospecha que detrás viene la plaga. A los que estamos a este lado de la ley y del orden nos ocurre lo mismo: no vemos el peligro. No castigamos con la suficiente contundencia. Nos gusta ser magnánimos. Si no reaccionamos pronto, esa gentuza, los rebeldes, los desarrapados, nos dejarán en pelota. MATILDE.- ¡Qué ordinariez tan encantadora! ERNESTO.- Reíros, reíros. Sólo hay una guerra verdadera: los inútiles y los miserables