me Elena, la veía, seguía haciendo el amor con ella sin echar de menos a una mujer real... Todo un poco enfermizo, lo reconozco. Pero pensé que a ella no le habría gustado que sufriera tanto. Así que decidí mudarme de casa, vender todo lo que había sido nuestro y empezar en otro sitio, sin tantos recuerdos. Ultimamente ella se había aficionado a la bisutería. Traía a casa collares, sortijas, pulseras... Cosas como ésta... (