habitaban sus familiares, es decir, su abuelo y su hermana Juana. De pronto se me ocurrió cogerla de la mano e invitarla a conocer la torre, mi lugar predilecto en la casa. Tiré de ella como si deseara hacerle olvidar aquel encuentro con mi padre. Mientras subíamos la escalera, le explicaba cuánto me gustaba escuchar desde allí arriba los silbidos del viento y el temblor que éste producía en los cristales de las ventanas. Y también cómo solía refugiar