hubiesen salido victoriosos. También los gritos de "¡Gibraltar, Gibraltar!" proferidos aquí con ocasión del encuentro futbolístico entre la selección española y la británica podrían servir para mostrar que es un tanto artificiosa y vana la buena voluntad que desearía ver dos cosas distintas en el nacionalismo deportivo y en el nacionalis políticomilitar. Alguna afinidad la reconoce, y hasta el punto de hacer de ella su propio fundamento, la teoría -más aún que discutible, sospechosa de ocurrencia ad hoc-