joven...» (Ha empleado un tono premeditadamente extasiado y sardónico que hace reír a Ernesto y a Ramón, sonreír a Javier... y fruncir el ceño a Adela.) ... ínflate de orgullo, recompénsala por su amabilidad si te conviene, pero piensa que es una podrida mentira, porque si te lo crees serás un estúpido. ERNESTO.- Papá, hoy día todo es diferente. La psicología de las mujeres ha cambiado también. EDUARDO.- ¿Ah, sí