(Se ha acercado a su padre. Le coge una mano y se la besa.) ¡Te admiraba tanto, papá! Eras como un dios que pedías lo mejor, destacar en todo, vencer... A mis hermanos les exigías, les acuciabas, te enfadabas cuando no eran lo suficientemente buenos... Pero a mí no. Yo nunca te hice concebir esperanzas. ¿Por qué? Todavía estoy esperando una caricia tuya alguna vez, papá, a pesar de todas mis