.) ¡Ay, Dios mío, Dios mío! Y que cuando no es una cosa es otra. Qué mona es esa blusa. (Se da cuenta como Elena mira las corbatas.) Son para mi marido. Ahora gasta muchas corbatas. Como estaban rebajadas... (Está guardandolas en el bolso cuando abren la puerta y entran Alberto y Jaimito, el primero vestido de policía, como siempre, y el otro con el brazo izquierdo en cabestrillo. Doña Antonia