me elemental urbanidad, conque me puse a mirarlo todo como un pasmarote mientras transcurrían los segundos y el holocausto se hacía cada vez más inminente. Por hacer algo práctico, me puse a examinar las pantallas de televisión, que se me antojaron, dentro de todo, los aparatos más domésticos y, por ende, los de más fácil manejo. Las más iban dando listas de números, letras y signos de puntuación que no me entretuve en descifrar. Un monitor retransmitía con