se rusos hacen con eso que ha dado en llamarse "los derechos humanos": reverenciar la idea y disimular los hechos, o sea, ponerse el asunto por montera, a la vieja usanza del "acato, pero no obedezco" de los subalternos en la Administración clásica española. Por lo demás, y dicho sea de paso, la configuración en que se inscribe el malhadado concepto de derechos humanos parece cosa especialmente urdida para servir de comodín universal de la coartada