sela sentido opuesto, no hace más que comprobar la imponente resistencia que mantiene bloqueado el artilugio. Una vez a uno le pareció que la veleta no señalaba fielmente el viento y se subió a la torre para ver si había algo que la retenía, pero como, al intentar moverla, empezó a rechinar la dura y vieja herrumbre que la agarrotaba, le chillaron desde la plaza que dejase la veleta suelta, acusandolo de querer forzarla para orientarla a