más allá y por encima de cualquier cosa de la tierra, del cielo o del infierno; quiere ser ella el exterior extremo, plantar su trono sobre las estrellas, lo que es idéntico a no consentir instancia alguna ante la que quepa apelar de ella, que sería tanto como reconocerle un límite, por alto que haya de ser, a su vigencia. Para el que, como Eisenhower, necesita -por exigencias morales, cuya sinceridad subjetiva corre pareja y se halla