del Señor -y Señor de los Ejércitos- por delante y por encima de todo riesgo propio, desenvainando sin más vacilaciones la espada del arcángel, declarando inmediatamente al enemigo fuera de la ley -y aun de la Humanidad- y procediendo en cinco minutos, y caiga quien caiga, a su achicharramiento termonuclear? Y si esto se me reprocha como una caricatura tendenciosa y mal intencionada, diré que no es un punto más ridícula que la que se merece el Occidente, a