le y eficaz a efectos de victoria atacar al enemigo por sus puntos débiles, por el contrario, en la llamada lucha intelectual el desautorizar o poner en evidencia al contrincante en el más descuidado o vulnerable de sus flancos no era más que proporcionarse una vacía satisfacción retórica sobre él, sin hacer mella en lo más sólido de sus defensas o más fundado de sus argumentos. Viene esto a cuento de la penosa presentación de un libro algo blandengue sobre la tortura, ceremonia a