Texto contextualizado: |
Siempre me ha parecido el papel de primera dama de Estados Unidos acaso el más desairado y denigrante que pueda haber para cualquier mujer, pues si ya en general la participación por simple adherencia conyugal en la notoriedad pública de un hombre, sin más título propio que el de estar casada con él, parece algo que toda mujer debería reconocer y sentir tan vejatorio para ella -y no tanto por sí mismo cuanto por el hediondo modo en que la sociedad, o sea las revistas |
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