mal remedio que eso tenía, todos los que se quisieron aplicar en la postguerra contra la imaginación femenina propicia a inflamarse no pasaron de ser paños calientes. Las lecturas que se consideraban más peligrosas eran, con todo, las pesimistas. Convienen los libros alentadores que levanten el ser a definitivos propósitos, que nos lleven a ser cada día mejores y que indiquen a hacer algo útil en el mundo; por el contrario, debemos huir de las lecturas pesimistas; es uno de los