juerga de esta noche. ¡Ha sido buena!, ¿eh? Y la agonía del Cantanotte bien la merece. --Usted, en cambio, cada día más terne. El viejo se lleva platos al fregadero sin contestar. Prefiere no mentir. Pues la verdad es que bailando con Brunettino le faltó el resuello; ya no podría trepar por la montaña igual que antes. El niño palmoteaba, encantado, y era preciso continuar, pero el viejo se agotaba sudoroso.