nuevo en la noche. Jano había regresado apresuradamente al balneario. El viento frío y silbante que soplaba del lago despertó su mente y agudizó su dolor, aquel dolor antiguo que él creyó haber sepultado para siempre entre aquellas montañas amenazadoras que circuían el lago. Regresaba caminando de prisa y el viento, al sacudir los ramajes, sacudía todo su pasado, toda su memoria. Ya en su habitación extrajo de una de sus maletas, de forma automática, una carpeta llena de papeles