instalado de manera total en el presente, había dejado de mirar por ser invadido y esto le producía una contradictoria sensación de temor y atracción; acaso la presencia de ésta no fuera sino la carta de naturaleza del primero; no supo juzgarlo: en la succión del vértigo, la vista era el único de los sentidos incapaz de auxiliarle. Había dejado de ver en el momento en que saltó al cuello de su amiga; ahí cayó la cuchilla que segaba su vida