maldita sea. Echó atrás la cabeza y tomó aire largamente. Sólo cuando el estrepitoso jadeo dejó de resonar en su pecho se preguntó si soñaba o salía de otro tiempo en blanco de su mente. «¿Era su mujer? Atienda. Digame. ¿Una amiga? ¿Una desconocida, quizá? ¿Era hermosa?», dijo la voz; sus preguntas carecían de entonación. Era consciente de sufrir vacíos temporales, zonas ciegas cuya duración no medía ni intuía
MIR:091.25
ATENDERI.1 - Aplicar [alguien] voluntariamente el entendimiento