con el gesto de quien toma una determinación, dio media vuelta y salió de la habitación. Habían dejado de oírse los ruidos de gente reunida y cuchicheante y en la casa no debía quedar más que la doncella. El niño avanzó con resolución y sigilo escaleras abajo y en un santiamén llegó al jardín y tomó el camino de la cuadra. El portón a la calle estaba cerrado y la luz se filtraba por debajo. Miró el tocón, limpio de astillas y del