la noche. Bien, estaba listo, liquidado. La Frontera quedaba ya tan lejos que se perdía dentro de él, por las paredes del interior del cuerpo; nunca podría recobrar esa esperanza, era como perder un eco que se aleja. La frase que clausuraba el juego del escondite sonó en su mente (¡Te encontré!). ¿Cuándo fue la última vez que jugaron?; ni lo recordaba, siempre confiado en ganar pero siempre temiendo ser visto, diestro