de fe democrática y pluralista. A la manera de los hebreos fascinados por el becerro de oro, el decreto presidencial los hizo volver a su estadolatría. En lugar de reprobar la forma en que se había decidido la estatización, se apresuraron a saludarla como si fuese un acto realmente revolucionario. No se hicieron la pregunta básica que todos sus maestros se habrían hecho: ¿a qué grupo social beneficia la medida? Es claro que los favorecidos no han sido los trabajadores ni