otro día despertó en un estado de ánimo inmejorable y, casi en el acto, se puso a recordar. Sus primeros pensamientos fueron un cómputo asombroso. «Es claro», se dijo. «Nunca tuve una mujer que me atraiga como ésta.» Sin restar méritos a la tucumana, con un dejo de incredulidad y mucha esperanza, reflexionó que no era descabellado suponer que el tratamiento estuviera actuando. No bien se abandonó a la alegría, que expresó con las palabras