, «es un poema», «¡qué burrada!», «¡cómo me apetece!», «no hagas el ganso», «bestial» y «fenomenal», en un tono gangoso y displicente que arrastraba las últimas sílabas y las dejaba resonando como dentro de una vasija hueca. Emplea parcamente los superlativos --aconsejaba «La Codorniz»--. «Bello» dice mucho más que «Bellísimo». Espléndido, estupendo, fantástico, simpático y
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ARRASTRARI - Llevar por el suelo, llevar consigo al marcharse.